Españoles contra el aborregamiento

Era agradable pasear el domingo a la mañana por el centro de Madrid. Aunque el día arrancó neblinoso, la ciudad lucía como un cuadro recién pintado por un artista elegante, tipo Tiepolo. Solo rompía la calma dominical un estridente sonido de cláxones. Siendo francos, ¡una bronca del carajo! Pero en este caso el ruido resultaba bienvenido. Era como una bocanada de oxígeno. Era la queja de la mitad ignorada de España. Personas que no están dispuestas a aborregarse y doblar la testuz ante el autodenominado «progresismo», una ideología respetable y legítima, pero que está cometiendo el error autoritario de intentar imponerse como la única admisible. Una larguísima caravana de coches contra la «ley Celaá» recorría la Castellana arriba y abajo. Otro... Ver Más

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