Es día de derbi en la capital de España. Lo que significa que el hermano, amigo, vecino o compañero se convierte durante unas horas en rival, incluso en enemigo. Una desapacible tarde bien servida de lluvia no impide a la parroquia madridista acudir a su cita para brindarle a los suyos un recibimiento a la altura tras la habitual acogida hostil al autobús atlético. La humareda roja se funde con el nuboso cielo que se cierne sobre Madrid. A pocos metros, la afición colchonera llega en comitiva al Santiago Bernabéu, bien acompañados por las fuerzas de seguridad para evitar males mayores. A pesar del férreo control sobre el acceso, a través de entradas nominativas y pulseras, algunos valientes buscan evitarlo...
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