«Sé que tengo que cambiar mucho.» Lo ha reconocido Rafael Amargo en el 'Deluxe', programa al que ha acudido -según él- «a cantar y a bailar», como si el caso judicial por la denuncia por tráfico de drogas que ha arrollado su vida profesional no fuera con él. Durante la entrevista, Rafael asegura que no encontraron nada en su casa. «Está en el sumario,» insiste. «Pero a nadie le detienen porque sí», le matiza Jorge Javier. «Claro que no», responde entonces un Rafael Amargo incapaz de explicar las razones de la detención. Más pendiente de destacar el gran número de reporteros que siguieron el caso, incluso orgulloso del interés que su persona despierta, que de las consecuencias de la investigación, Amargo insinúa que hay una mano negra: «Tengo que esperar un procedimiento judicial para poder decir que soy una víctima». «Alguien se lo ha tenido que inventar», Amargo insiste en que su casa no había nada, aunque en su bolsillo reconoce que portaba una balanza de precisión, instrumento que usan tanto quienes comercian con sustancias como los consumidores habituales: «No fumo, no bebo, no tomo cocaína, pero hay otras cosas…» Sobre las escuchas, entre las que supuestamente destaca una sobre la posible venta de un kilo de meta-anfetamina para un productor teatral, Amargo se sale por la tangente. Sobre el menudeo de cristal en su casa de Malasaña, que llevó a la policía a levantar 6 actas a las puertas de su vivienda, Rafael reconoce que incluso habló con los agentes a los que invitó a tomar una caña. Amargo se sale por la tangente. Que le gusta la fiesta es algo de dominio público. El programa mostró testimonios sobre largas celebraciones en las que pasaba 72 horas sin dormir, rodeado incluso de profesionales de la noche para no sentirse solo. Amargo sigue saliéndose por la tangente, esta vez intentando lanzar un mensaje oculto sobre una periodista. Sobre las 'chem sex' (fiestas sexuales con drogas), de las que se hablaron en el programa cuando fue detenido, Rafael reconoce que 'están en las aplicaciones, pero a mí no me gustan. A mí lo que me gusta es que venga gente a verme, soy buen anfitrión y yo, a los que vienen, les doy agua bendita. En mi casa puedes tomar lo que quieras.» Y como la mejor defensa es un buen ataque, cuando se le muestran testimonios de relaciones anteriores que hablan de sus distintas dependencias, el bailarín siembra dudas sobre ambos: que si Noelia no fue su novia y que en su casa en Barcelona pasaban cosas raras, que Klein madrugaba para ir bien fresco a esas 'chem sex' en las que podía llevarse cosas cuando los chicos andaban despistados… Vamos, que de lo suyo Amargo sabe poco, pero de los demás, lo sabe todo. El artista ha empezado tranquilo, pero se ha ido poniendo nervioso y confuso a medida que avanza la noche, llegando a sorprender a propios y extraños al reconocer que se ha inscrito en un Máster en Drogodependencia en la Universidad de Barcelona, que incluye una especialidad en 'mindfulness' que le vendría muy bien para recuperar la paz interior perdida. A la pregunta «¿En tu casa se vende droga?», Amargo responde con una ambigua declaración: «en mi casa se vende alegría.» Que cada uno entienda lo que quiera.
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