LeBron James, a sus 36 años, solo ha disfrutado de 48 días de vacaciones, porque el pasado domingo entraba el alero, con una camiseta repleta de fotos de Kobe y su hija «Gigi», por las puertas de las instalaciones de la Universidad de California para asistir a su primer entrenamiento de la pretemporada. También estaba por allí Marc Gasol, de chándal negro pero con el escudo de los Lakers sellado en su mochila, equipo con el que debutará en la madrugada del viernes al sábado (4.00 de la mañana) en un amistoso contra sus recelosos vecinos, Los Ángeles Clippers. Y es que la NBA, que arranca el próximo 23 de diciembre, ya está de vuelta al trabajo, con sus 30 franquicias de «corto» y preparándose para la que se prevé como una temporada difícil, entre el coronavirus y las excentricidades propias de una liga con unas narrativas de lo más particulares. Como en todo el planeta, la Covid-19 marcará la agenda de la competición. Por lo pronto, los Portland Trail Blazers de Oregón ya han cerrado sus instalaciones después de que tres empleados de la organización diesen positivo. La liga envió hace unos días un hoja de ruta de 158 páginas a todos los equipos, donde se vislumbraban las penas por no obedecer los nuevos protocolos, con duras sanciones para los jugadores y controles sorpresa. Otra de las anomalías que ha producido la nueva situación sanitaria es la que afecta a los Toronto Raptors, único equipo canadiense de la NBA, país con unas leyes más restrictivas frente a la pandemia y que ha obligado a la franquicia a trasladarse hasta Tampa Bay, Florida, para poder moverse libremente por Estados Unidos y evitar el paso fronterizo. En la primera «criba», 48 jugadores dieron positivo de un total de 546. Según el manifiesto, los jugadores podrán salir a cenar en «espacios al aire libre» y restaurantes aprobados por la propia liga, una norma con la que no parece encajar James Harden, escolta de los Houston Rockets, fue grabado el pasado fin de semana en un club nocturno de Las Vegas sin mascarilla, como la mayoría de los presentes, mientras lanzaba billetes por toda la sala. El mejor jugador de la temporada 17-18 parece que intenta tensar la cuerda para irse del equipo, ya que la franquicia tejana se ha reseteado tras las salidas de su general manager Daryl Morey y el base Russell Westbrook, traspasado a los Washington Wizards. Otra de las estrellas de la competición Kyrie Irving, que empieza estos días su segunda temporada en los Brooklyn Nets, sorprendió en su primera comparecencia. El base, en vez de responder a las preguntas de los periodistas en directo, envió un comunicado donde aseguraba que no atendería a la prensa en toda la campaña. «Mi objetivo esta temporada es que mi trabajo hable por mí, dentro y fuera de la cancha», se explicaba el campeón de la NBA, que fue uno de los principales defensores de que la competición no se reanudase en la burbuja de Orlando para focalizar los esfuerzos de los jugadores en la lucha social y en el «Black lives matters». «Legalización» de la marihuana El goteo de novedades de cara a la temporada 20-21 ha sido constante, y una de las más impactantes ha sido la decisión de anular los test para detectar el consumo de marihuana. Tanto la competición como el sindicato de jugadores emitieron un comunicado donde aseguraban que dirigirían sus esfuerzos a perseguir las drogas o sustancias que mejorasen el rendimiento deportivo. Esta medida ya había sido eliminada durante los partidos celebrados en Disneyworld y se había vuelto más liviana en las últimas temporadas. La iniciativa coincide además con la votación del Congreso estadounidense a favor de la legalización del cannabis a nivel federal. En la pretemporada de la NBA suelen ser habituales los atracones de vídeo, el desmenuzar hasta la extenuidad a los rivales en busca de ventajas para los meses venideros. Una de las anécdotas más sonadas se ha dado en los Denver Nuggets, nuevo hogar de Facundo Campazzo tras dejar e Real Madrid. Michael Malone, entrenador de los de Colorado, decidió presentar a los nuevos fichajes con algunas de sus mejores jugadas y claro, del base hay unas cuantas. El fotograma incluía una espectacular asistencia por la espalda del argentino en el partido que enfrentó a su selección contra la de Serbia en el último Mundial. Nikola Jokic, estrella de la franquicia, salía perdido, en busca de un balón que nunca llegó a encontrar y de una canasta que nunca pudo evitar. «Pusieron el pase, donde estaba Nikola. Fue un momento gracioso y el mismo Jokic se reía. Sirvió para romper el hielo», aseguró Campazzo, elogiado por su entrenador, quien habla de escasa estatura pero de enorme corazón cuando le preguntan por el cordobés. Suena un rugido, se acerca la NBA.
0 Commentaires