El sector agrícola planta la semilla de la digitalización

Ya es posible conocer las necesidades de riego o de fertilizantes de una cuadrícula del terreno gracias a las imágenes multiespectrales captadas por la cámara de un dron que sobrevuela las plantaciones. O identificar dónde está empezando a surgir una plaga gracias a la información en tiempo real proporcionada por unos sensores inteligentes. O trabajar las tierras mediante tractores autónomos que reciben órdenes desde un ordenador… El huracán tecnológico todo lo transforma y ni el campo, uno de los sectores más tradicionales de las sociedades, escapa a esa ola disruptiva. La conocida como agricultura de precisión se abre paso y empieza a dar frutos: una toma de decisiones más eficiente que permite optimizar la producción, mejorar la rentabilidad de las explotaciones y que sean más sostenibles. La innovación va entrando poco a poco en el mundo agrícola y en las próximas décadas su importancia aumentará ante el reto de alimentar a los casi 10.000 millones de personas que se espera que habiten el planeta en 2050. Para ese año el mercado de las tecnologías para la agricultura de precisión podría alcanzar los 250.000 millones de dólares a nivel global. España, donde la agricultura es un motor estratégico para la economía, no es ajena a la aplicación de los avances tecnológicos al campo, una tendencia que a día de hoy es abrazada sobre todo en las grandes explotaciones. «Tienen una gestión muy profesional, casi siempre está al cargo de ellas algún ingeniero agrónomo y estos profesionales han entendido que el coste que supone por hectárea la tecnología se recupera sobradamente con las ventajas que produce», asegura Javier San Martín, profesor de EAE Business School y autor del informe Agricultura y Tecnología. I+D en el sector primario. En su opinión, el grado de modernización de la agricultura española es alto, aunque depende del tipo de cultivo. «Donde más extendidas están estas prácticas es en la vid. Los cultivos bajo plástico tienen asimismo un alto nivel tecnológico, con Holanda y España como los países punteros. El frutal de hueso y el olivo también las van adoptando», detalla. En cuanto a las técnicas, destacan las relacionadas con el uso adecuado del agua, mientras que las aeronaves no tripuladas todavía son minoritarias. «La utilización de drones para tener un control más pormenorizado se irá extendiendo, es cuestión de que las empresas de servicios lleguen a todos los puntos del campo español. Además, alrededor de la investigación que se está haciendo desde las autonomías en proyectos europeos está surgiendo un sector especializado de compañías pequeñas muy tecnológicas y muy de nicho que van a ser un caldo de cultivo para que se generen más avances. Estamos bien, pero estoy convencido de que estaremos mejor», sentencia San Martín. Malagón Agricultura y tecnología han dejado de ser universos antagónicos. Y desde el punto de vista empresarial se abre una ventana de oportunidad. «No solo es un negocio rentable hoy, sino que lo va a ser durante los próximos años y es un ámbito de mercado absolutamente emergente», sostiene Ángel Luis Teso, director general adjunto de everis Ingeniería. El sector financiero tiene mucho que decir. Ibercaja, por ejemplo, ha creado junto a Microsoft, Libelium y Efor el proyecto Agrotech, para facilitar la toma de decisiones al agricultor durante el proceso productivo de sus explotaciones. «Nos ha permitido conocer aún más en primera persona la realidad de nuestros clientes agro, ayudándoles en su proceso de transformación digital. En el mundo agrario, estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad de acompañar financieramente a nuestros clientes, impulsando criterios de inversión y financiación socialmente responsable, así como asumiendo el reto de conocer e impulsar los procesos de digitalización y transformación ecológica para ser útiles y conseguir que el sector agro sea puntero en innovación», explica Nacho Torre, director de Marketing y Estrategia Digital de la entidad, en la que el mundo agro representa un 14% en su cartera de crédito frente a un 6% en el sistema financiero español. Pero para que el sector agrario entre de lleno en la era de la digitalización es preciso que las nuevas tecnologías lleguen a todos. «El grado de modernización es equivalente al de los países de nuestro entorno, se ha avanzado mucho en los últimos años, pero ese avance no es homogéneo: hay una enorme brecha digital entre las grandes corporaciones agrarias y los pequeños productores», advierte Teso. Los expertos coinciden en el papel de las cooperativas como facilitadoras. «Un camino sería que cogieran un cierto liderazgo porque podrían ser un instrumento idóneo para universalizar este tipo de técnicas y conseguir que lleguen también a los agricultores que no son tan grandes», defiende Javier San Martín. Capacitación Desde la organización agraria Asaja inciden en la falta de preparación. «Las nuevas generaciones van muy por delante del agricultor tradicional, que normalmente no está capacitado en temas de digitalización», lamenta Juan Almansa, su coordinador general, que cree que la solución para atajar ese déficit pasa por la colaboración público-privada a través de sesiones formativas. «Habría que hacer cursos prácticos y que sean las propias empresas las que enseñen y orienten al agricultor. Se trata de que nos canalicen la formación y que nos monitoricen después del aprendizaje, hasta que implantemos las nuevas tecnologías en el campo», añade. Otra de las tareas pendientes es el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). «Hay que mejorar la disponibilidad de cobertura de banda ancha en el entorno agrario y rural porque sin unas buenas comunicaciones el uso de las tecnologías no es posible», apunta Teso. Y en un momento en el que todas las miradas apuntan a las ayudas del Fondo Europeo de Recuperación, del que España recibirá unos 140.000 millones de euros, la agricultura no quiere quedarse atrás. «El sector agrario y el agroalimentario van juntos, esperemos que no sea el agroalimentario el más favorecido. La agricultura se ha portado muy bien durante la crisis del coronavirus y creo que nos merecemos que, al menos esta vez, no seamos los grandes olvidados», destaca Almansa. De lo que nadie duda ya es del potencial de la innovación en el campo, no solo en términos de rentabilidad, sino también de sostenibilidad. «El sector agropecuario es responsable del 25% de las emisiones de CO2 que se producen en nuestro país. Las nuevas tecnologías, en combinación con el uso de energías renovables, herramientas de eficiencia y de gestión energética, nos van a permitir alcanzar los objetivos de descarbonización», recuerda Ángel Luis Teso. Sin olvidar su utilidad para garantizar la transparencia y evitar el fraude alimentario. «El consumidor demanda cada vez más trazabilidad, sobre todo en aquellos productos de cierta calidad. Esto se consigue digitalizando todo el proceso de producción, identificando el producto desde el campo a la mesa, a través de tecnologías IOT (internet de las cosas), codificación avanzada y uso de la tecnología blockchain». Un sinfín de aplicaciones que demuestran que sembrar la digitalización en el campo es sinónimo de una buena cosecha. Sensores inteligentes de la startup alicantina PrismabSensores inteligentes para la optimización de los cultivos Cientos de startup abonan la innovación en el campo español. Un ejemplo es la alicantina Prismab, fundada en 2016, que ayuda a los agricultores en la toma de decisiones precisas gracias a sus sensores inteligentes que monitorizan en tiempo real las variables más importantes del suelo, como la cantidad de agua, la salinidad o la temperatura. El CEO de la firma, Antonio Pastor, explica que la idea surgió por dos razones: por un lado, su experiencia ingeniero y, por otro, su cercanía con la agricultura, sector al que se había dedicado su familia. En un principio, la compañía desarrolló tecnologías en el campo del internet de las cosas, para dirigirse a los hogares, pero los socios fundadores se dieron cuenta de que su propuesta tenía mucho más sentido en la agricultura. «Siempre ha sido un sector muy tradicional, donde los conocimientos han pasado de padres a hijos o entre agricultores, pero no se controlaban los parámetros básicos que necesita el agricultor para activar los factores de calidad o de producción de su fábrica de alimentos. Con esta tecnología les proporcionamos, de manera sencilla, toda la información», reflexiona. El pack básico tiene un precio de 550 euros -en régimen de propiedad- sin cuotas mensuales ni comisiones de mantenimiento. Los dispositivos pueden ser instalados por el propio agricultor en apenas cinco minutos. Tan solo tiene que hacer un agujero en el suelo a la profundidad que desee colocar los sensores -que funcionan con pilas-, taparlo y conectarlos a un transmisor que, sin necesidad de wifi ni de tarjeta SIM, envía los datos a una aplicación web en la que el profesional tiene disponible toda la información. Puede, incluso, consultar los históricos para comparar qué sucedió en temporadas pasadas, así como activar alertas que notifiquen cuando el suelo esté muy seco o cuando haya una helada, por ejemplo. Desde la compañía señalan que gracias a esta innovadora solución se consigue reducir el consumo de agua entre un 30% y un 45% y aumentar la producción entre un 5% y un 10%. Hasta la fecha, ya hay en torno a 1.500 sensores distribuidos por toda España, mercado principal de la empresa. «Hay camino por recorrer, pero el campo español se está modernizando muchísimo y el interés que percibimos ahora no tiene nada que ver con el de hace dos o tres años», comenta. Los avances tecnológicos aplicados al campo también contribuyen a evitar desastres ambientales. De hecho, la última Ley de Protección y Recuperación Integral del Mar Menor, aprobada este mismo verano, exige la instalación de sensores de humedad, tensiómetros o cualquier otro dispositivo, así como su utilización sistemática en la programación del riego para una gestión eficiente del agua. Además de trabajar con los agricultores murcianos, obligados cumplir la nueva norma, Prismab tiene previsto empezar a operar en Sudamérica en 2022, una región de la que, dicen, están registrando una demanda considerable.

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