La principal candidata opositora en Bielorrusia, Svetlana Tijanóvskaya, intervino ayer ante la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo donde aseguró que las protestas democráticas en su país contra el presidente, Alexander Lukashenko, «no son contra Rusia, ni a favor de Rusia», «tampoco a favor de la UE ni contra la UE». Este es el principal elemento de la situación desde el punto de vista de Bruselas, que desearía también contribuir a la transición democrática en Bielorrusia sin que ello sea interpretado como un gesto hostil hacia el régimen ruso de Vladimir Putin. La experiencia de lo que sucedió en Ucrania con el apoyo europeo a las movilizaciones proeuropeas ha marcado en gran parte la actitud con la que los diplomáticos comunitarios miran hacia Minsk. Por ahora, la UE está ultimando la lista de personalidades que deberán ser objeto de sanciones pero al mismo tiempo la diplomacia europea está intentando que sea el propio Putin quien persuada a Lukashenko para que acepte buscar una solución dialogada con la oposición, aunque por ahora con poco éxito. Fuentes diplomáticas europeas han reconocido que este camino no ha dado ningún fruto. Tijanóvskaya intervino por videoconferencia desde Lituania, donde se encuentra refugiada por temor a las represalias del régimen bielorruso. La candidata opositora afirmó que el país «se ha levantado» en favor de una «revolución pacífica» como protesta ante el abuso del régimen en las elecciones presidenciales. «La demanda es clara, tener elecciones libres y justas», dijo esta joven política que aceptó ser la candidata de la oposición a pesar de las condiciones impuestas por el régimen. Según los datos oficiales, Lukashenko obtuvo el 80% de los votos y después de las elecciones Tijanovskaya fue detenida durante un corto periodo de tiempo, antes de que ella decidiera escapar a la vecina Lituania por miedo a las represalias. «Bielorrusia se ha levantado, ya no somos la oposición, ahora somos la mayoría y la revolución pacífica está ocurriendo», dijo en la eurocámara donde tambuién subrayó que la solución a la crisis actual solo srá posible a través de un proceso de diálogo entre el régimen y la oposición para una transición pacífica genuina y propia. Lo que pretenden los que protestan en las calles de Minsk es una evolución que no sea traumática ni cambie la posición geoestratégica del país. «Es una revolución democrática, es la ambición de la sociedad de decidir sus líderes y su destino», ha explciado ante la comisión de asuntos exteriores, donde también ha exigido respeto a la soberanía e integridad territorial del país que considera que «es parte de Europa» por geografía, historia y cultura. A su juicio «la nueva Bielorrusia» estará comprometida con el derecho internacional, el Estado de Derecho y el respeto la libertad de expresión. En Ucrania, sin embargo, la percepción de Moscú fue que las potencias occidentales se disponían a avanzar con su influencia hacia el este, lo que acabó desencadenando una intervención militar que aún no ha terminado pero que se ha salvado con la anexión de la península de Crimea. Mientras tanto, los funcionarios de la Comisión Europea siguen trabajando en una lista que podría incluir a entre 15 y 20 personas a las que se van a imponer sanciones por su papel en el fraude electoral y la represión de los opositores, tal como decidieron los ministros de Asuntos Exteriores el pasado 14 de agosto. Por ahora, la lista incluye ya los primeros cuatro nombres, que los funcionarios encargados de este proceso aún no han revelado. La semana pasada los líderes europeos celebraron también una reunión por videoconferencia en la que decidieron imponer estas sanciones y negarse a reconocer el resultado de las controvertidas elecciones presidenciales del 9 de agosto, alegando estar «al lado del pueblo bielorruso» y no de Lukashenko. El alto representante para la política exterior europea, Josep Borrell comparó la situación del máximo dirigente bielorruso con la del dictador venezolano Nicolás Maduro en el sentido de que «no reconocemos su legitimdiad pero no tenemos más remedio que tratar con él». Se espera que el jueves y el viernes los ministros de Asuntos Exteriores aprueben en la reunión que celebrarán en Berlín el contenido de la lista de sancionados. La relación de personalidades a los que se aplican las sanciones debe ser elaborada con gran cuidado, porque pueden ser impugnadas por los damnificados ante el Tribunal Europeo de Justicia de Luxemburgo. Algunas fuentes europeas han confirmado que la primera edición de la lista incluirá a «entre 15 y 20» personalidades señaladas del entorno de Lukashenko pero el número final dependería de los controles que realicen los servicios legales de la UE para evitar impugnaciones. Al mismo tiempo deben mantener la lista en un estado de discreción para evitar que los afectados realicen movimientos para poner a salvo sus bienes en Europa. Varios dirigentes comunitarios, empezando por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, han intentado persuadir al autócrata ruso Vladimir Putin para que use su influencia sobre Alexander Lukashenko para lograr una solución pacífica. a la crisis, precisamente ahora que el bielorruso está buscando el apoyo de Moscú. El problema es que es muy difícil convencer a Putin de que lo mejor para Bielorrusia sería fomentar un diálogo pacífico con la oposición, cuando él mismo se niega en redondo a aceptar algo parecido en Rusia, donde los opositores son detenidos cuando no envenenados.
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