El coronavirus se ha convertido en una coartada válida para adoptar decisiones que terminarán empobreciendo más a la gente. Argentina es uno de esos países cuyo horizonte de mejora se aleja aunque algunos se empeñe en creer que está cerca. El país necesita la inversión privada hasta para hacerse con la vacuna de Oxford que, presuntamente, saldrá de los laboratorios de Hugo Sigman, de la mano de Carlos Slim. Alberto Fernández se alía con los empresarios que la tropa kirchnerista considera amigos pero, en el camino, el presidente se hace virus y sus «amistades» se tornan huidizas. Es lo que empieza a suceder con su último volantazo de inspiración «cristinista». Se trata de un Decreto de Necesidad y Urgencia que declara «servicios públicos esenciales y estratégicos en competencia» a la televisión por cable o satelital, telefonía fija y celular y a internet. Esto significa que las empresas y cooperativas afectadas estarán sujetas a la decisión de su Gobierno que intervendrá, al estilo «K», en la gestión de aquellas que sean golosas y decidirá el precio de las tarifas. Ese, es su verdadero objetivo y no llevar a las casas de los pobres los servicios de telecomunicación. Entre otras razones, porque existe una empresa pública que se llama Arsat y porque el 95 por ciento de la población ya disfruta de buena parte de estos servicios de las TIC, como advirtieron cámaras de comercio –incluida la de España– y compañías afectadas que suscribieron un documento de protesta. Entre otras, Telefónica, Telecom y… claro, Carlos Slim, el amigo que, quizás ahora, ya no lo sea tanto. En Argentina hay más teléfonos celulares que población. Esto es, 50 millones de líneas móviles para 45 millones de argentinos que pueden acceder a la web a través de sus dispositivos. Entonces, ¿dónde está la necesidad y urgencia para virtualmente intervenir las empresas? Hay muchas respuestas, una apunta a tener la revancha contra el grupo Clarín, (el más fuerte en el sector), tras la guerra perdida en el Gobierno de Cristina F. Kirchner. Otra, más amplia, se resume en aquello de, hacer caja y tener el control remoto de la gente. El resultado será, pan para hoy y más hambre para mañana.
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