«Hemos derrotado al virus y controlado la pandemia». En el calor de la campaña electoral, Pedro Sánchez lanzó a los españoles este mensaje tan optimista el pasado 5 de julio, después de durísimos meses de confinamiento. Era la palabra del presidente del Gobierno, que iba a someter su gestión al primer examen en las urnas, en el País Vasco y Galicia. A lo largo de ese mes, y después de jactarse de esa «victoria» frente al virus, los brotes de contagios se multiplicaron por toda España, hasta que en la última semana de julio la curva de fallecimientos volvía a dispararse. Son los datos oficiales del INE, que el Gobierno sigue sin reconocer para identificar a las víctimas del Covid, pero que están ahí. En solo unos días se triplicó el «exceso de mortalidad», con más de 200 casos cada jornada, un dato que no impidió que Sánchez hiciera las maletas y el 5 de agosto volara a Lanzarote para iniciar sus largas vacaciones. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la curva del «exceso de mortalidad», respecto a los decesos del año pasado y respecto a la media de los últimos 20 años, sufrió un subida vertiginosa en la última semana de julio, y se mantuvo así en los primeros días de agosto, hasta donde llegan las actualizaciones de los registros civiles de toda España. Los expertos estiman que ese “exceso”, que mide el número de fallecimientos que se producen por encima de los registrados de forma regular en años anteriores, es un indicador válido de la magnitud auténtica del impacto del Covid en la población. A lo largo de julio, ese exceso de mortalidad se mantuvo en límites moderados durante buena parte del mes, pero siempre con tendencia al alza: 252 en la primera semana, 403 en la segunda, 436 en la tercera y, de golpe, 1.429 en la última, en consonancia con la multiplicación alarmante del número de contagios que se producían en el país. Son 200 muertos más al día, respecto a la mortalidad del año anterior, o 170 más si se compara con la media de los últimos 20 años. El drama se repitió jornada a jornada, a partir de ese momento. En la primera semana de agosto, ese exceso de mortalidad se mantuvo en niveles preocupantes, aunque el dato final está pendiente de actualización, según reciba el INE los informes de todos los registros civiles de España, una tarea que se ralentiza en verano. Con los últimos datos recibidos, en la primera semana de agosto el «exceso de mortalidad» se situaba en 1.044 casos, si se compara con los fallecimientos del año pasado en le mismo periodo, o en 1.061, si se contrasta con la media desde el año 2000. Como se observa, el número de fallecimientos estaba ya muy por encima del que había a principios de julio, y lo peor es que la curva indicaba que la situación estaba lejos de mejorar. Aún así, La Moncloa echó el cerrojo y no volvió a celebrarse un Consejo de Ministros hasta el pasado martes, 25 de agosto. Ese día, Sánchez compareció para lavarse las manos en público y descargar toda la responsabilidad de la gestión en las comunidades autónomas. En la rueda de prensa se le preguntó de forma directa por la cifra oficial de muertos hasta ese momento, pero el presidente del Gobierno fue incapaz de responder y remitió a una información posterior. El presidente del INE, Juan Manuel Rodríguez Poo, defendió este verano que el instituto «no va a entrar a discutir la credibilidad de un dato o no, simplemente lo que hace es poner encima de la mesa unos datos con una metodología clara, estandarizada en la Unión Europea». En cualquier caso, el exceso de mortalidad que han reflejado el INE y el Instituto de Salud Carlos III durante toda la pandemia apunta a una cifra real de fallecidos por Covid bastante más alta que la «oficial», basada solo en las víctimas que se hicieron una prueba previa y dieron positivo. Esa cifra oficial ha alcanzado este fin de semana los 29.011 muertos en España, mientras que el exceso de mortalidad al que apunta el INE desde que se inició la pandemia sobrepasa ya los 50.000 casos. En concreto, hay una sobremortalidad de 50.420 personas desde que empezó la pandemia, entre las semanas 11 y 33 de este 2020, si se compara con la situación del año pasado, y sube hasta los 53.414 casos respecto a la media de fallecimientos de los últimos 20 años en el mismo periodo. Con los datos del INE en la mano, se observa cómo en la última semana de julio se había vuelto a un exceso de mortalidad superior al registrado en la segunda semana de marzo, la que coincidió con las movilizaciones del 8 de Marzo, durante las cuales el Gobierno no lanzó ninguna alerta sobre el riesgo grave de contagio que ya existía entonces y permitió la celebración de las marchas multitudinarias. En esa semana de marzo se registraron 1.083 fallecidos más respecto al mismo periodo del año pasado, y 970 más, si se compara con la media de los últimos 20 años, según el INE. Era la primera embestida de la pandemia en España, pues la semana anterior solo hubo 61 y 50 casos, según se compare con 2019 o con la media desde 2000. Pues bien, en la última semana de julio pasado ya se alcanzó un «exceso de mortalidad» de 1.429 personas, cuando la semana anterior se había quedado en 436. La situación a finales de julio era así claramente peor que la registrada en la semana del 8-M. A partir del dato de marzo, la mortalidad reflejada en el INE se dispara en las semanas siguientes: de los 1.083 se pasó a los 4.649, después a los 11.049 y ya en la primera semana de abril, la peor de toda la pandemia, se alcanzó un exceso de mortalidad de 12.573 personas, casi 1.800 cada día. A mediados de mayo se consiguió controlar la curva, en una una tendencia positiva que se consolidó en junio. En julio empezaron a multiplicarse los rebrotes, hasta que a finales de ese mes la situación volvió a oscurecerse rápidamente. La cifra del número real de muertos en España a consecuencia del coronavirus ha sido objeto de polémica entre el Gobierno y la oposición. Desde el Partido Popular se ha reclamado al Ejecutivo de Sánchez e Iglesias que reconozcan al total de las víctimas, y no solo a las «oficiales», y se rinda homenaje a todas ellas. En La Moncloa, sin embargo, se agarran al dato oficial, claramente sobrepasado por la realidad de los números, como queda reflejado en el Instituto Nacional de Estadística.
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