Ni un solo día de tregua en la presidencia de Donald Trump. Hasta el espacio que en teoría debería quedar reservado para que el candidato reciba apoyos, explique sus propuestas y sea finalmente aclamado, se ha convertido en un campo de batalla político donde la pelea con los demócratas sigue abierta sin tregua. La decisión del presidente de emplear la Casa Blanca para varios discursos y vídeos que se están emitiendo en el marco del congreso del Partido Republicano ha propiciado ya una investigación formal de los demócratas, que acusan a Trump de emplear recursos públicos en su campaña electoral. El presidente se ha rodeado de su familia en este congreso y, provocador como es, ha decidido ignorar las normas que hasta la fecha marcaban la separación estricta de la presidencia y la campaña política. El martes, la primera dama intervino en el congreso desde el Rosal de la Casa Blanca. Ante el sello de la Presidencia, a las puertas del Despacho Oval, pidió el voto para su marido. «Mi marido es un presidente que no deja de luchar por ustedes y sus familias. No se rinde», defendió Melania Trump. La primera dama se redimió el martes con un discurso muy calculado, cuidadosamente leído de un teleprompter, porque hace cuatro años provocó un escándalo que empañó el congreso republicano de entonces, al calcar frases enteras de otro discurso que Michele Obama había dado en 2008. Muy discreta y reservada, en esta ocasión, Melania Trump optó por sincerarse y hablar, brevemente, de lo personal. «Todos sabemos que Donald Trump no se calla sus opiniones. La honestidad total es lo que los ciudadanos queremos en un presidente. Nos guste o no, con él siempre sabemos lo que está pensando. Y eso es porque es una persona auténtica que ama a este país y a su gente y quiere seguir haciendo lo mejor por nosotros», dijo Melania Trump. Momentos antes, el secretario de Estado, Mike Pompeo, había defendido apasionadamente a Trump en un vídeo grabado ante la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se encontraba en una visita diplomática oficial. Era la primera vez en la historia reciente en que un ministro de Exteriores en activo intervenía en un congreso político para pedir el voto para un candidato, que además es su jefe directo. Pompeo dijo que la política exterior de Trump «no le ha ganado amigos en muchas capitales extranjeras, pero ha funcionado». Fue ese vídeo, tras otras intervenciones en el congreso electoral de los republicanos, la gota que colmó el vaso de la paciencia demócrata, que han iniciado una investigación en la Cámara Baja del Capitolio, donde son mayoría. «Es muy inusual, y probablemente no tiene precedentes, que un secretario de Estado en ejercicio se dirija a un congreso electoral de cualquier partido político. Parece que además puede ser ilegal», dijo el diputado Joaquín Castro en un comunicado. La Ley Hatch En el centro de la polémica está lo que se conoce como Ley Hatch, aprobada en 1939. Esta restringe la actividad política de los funcionarios federales, estatales y locales y la de personas cuyo empleo está financiado en su totalidad o en parte por una subvención pública. Antes del vídeo de Pompeo, Trump apareció en otra grabación durante la cual, desde una de las salas de la Casa Blanca, otorgaba el certificado de naturalización a cinco personas nacidas en Bolivia, Líbano, India, Sudán y Gana. Le acompañaba Chad Wolf, secretario de Seguridad Nacional, que de ese modo tuvo también un papel estelar en el congreso político. Antes, en otro vídeo, el presidente había anunciado el indulto de Jon Ponder, un ladrón de bancos que dio un giro radical a su vida con la ayuda del agente del FBI que lo detuvo. Los dos hombres, el ladrón arrepentido y el agente federal, aparecían en el vídeo junto a Trump en la Casa Blanca. Desde la presidencia, los portavoces de Trump han defendido que dadas las duras restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus, el congreso se tiene que celebrar de forma remota y tanto el presidente como la primera dama viven y trabajan en la Casa Blanca. Y Trump, al fin y al cabo, es, entre otras muchas cosas, una exitosa estrella de la telerrealidad. Todos los hijos adultos del presidente tienen también un papel estelar en este congreso. Dos de ellos, Tiffany y Eric, se dirigieron a los republicanos el martes. El último, que ha tomado las riendas de la empresa familiar mientras su padre esté al cargo de la presidencia, lanzó duros ataques a los demócratas y le dedicó un mensaje muy personal y emotivo a su progenitor. «Me gustaría acabar hablándole directamente a mi padre. Echo de menos trabajar contigo todos los días, pero estoy muy orgulloso de estar en la primera línea de esta guerra. Estoy orgulloso de lo que estás haciendo por este país. Me enorgullece mostrar a mis hijos por lo que lucha su abuelo», dijo. Los demócratas también han aprovechado la polémica suscitada por una ponente en el congreso cuyo discurso se cayó a última hora por unos mensajes de corte antisemita en la red social. Mary Ann Mendoza, activista a favor de un endurecimiento de las políticas migratorias, compartió en Twitter falsedades conspirativas como que los judíos están detrás del hundimiento del Titanic, la muerte de Kennedy y hasta la pandemia.
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