Nuestra piel se encuentra este verano más frágil, sensible y desvalida que nunca. Los meses del confinamiento hicieron que muchas personas no vivieran el necesario periodo de adaptación a la radiación ultravioleta de nuestro organismo que suele producirse cada primavera, entre los meses de marzo y junio. Incluso en algunos casos se pasó directamente del confinamiento y los arranques de la desescalada a la exposición solar en la playa o en la montaña poniendo así en un duro aprieto a la piel, cuyos procesos de generación de melanina, que dependen del impacto de la radiación ultravioleta en la piel se encontraban aún en «periodo invernal» o prácticamente «dormidos». La consecuencia inmediata de esta escasa producción de melanina es que la piel tiene una sensibilidad mayor que otros veranos a la radiación UV, tal como revelan las recomendaciones sobre exposición solar y fotoprotección adecuadas al periodo de desconfinamiento durante la pandemia elaboradas por el Grupo Español de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Veneorología (AEDV). El riesgo de padecer cáncer de piel aumenta cada año. Según revela el último enforme elaborado por la organización Euromelanoma y la Coalición Glogal para la Defensa del Paciente con Melanoma, los casos anuales de melanoma, el cáncer de piel con peor pronóstico, han aumentado casi un 50% en la última década. Estos datos evidencian, según los expertos, la necesidad de mejorar la concienciación sobre los factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad, reducir el deseo de «estar moreno» o dejar de vincularlo al ámbito de la belleza y establecer la «autoexploración de la piel» como un hábito regular. A pesar de que la relación entre exposición al sol y el cáncer de piel fue descubierta hace más de 64 años, todavía hay muchas personas que pasan mucho tiempo al sol para lucir una piel bronceada. «El 92% de las personas reconoce que la exposición al sol genera problemas de salud, pero el 61% de ellas cree que estar bronceado es atractivo. Existe un problema de concienciación que debemos de atajar», revela la Dra. Ángeles Flórez Menéndez, coordinadora nacional de la Campaña Euromelanoma. A esto hay que sumar que, según el último estudio «Buenos hábitos al sol» de Heliocare, el 80% de los jóvenes que fueron encuestados desconocían la fórmula para vigilar su piel y revisar sus lunares. Una práctica sencilla que se conoce como la «Regla ABCDE» y que permite la detección precoz del melanoma, según explica la Dra. María Vitale, dermatóloga y directora Médica de Cantabria Labs. La experta de Cantabria Labs asegura que la mejor manera de reducir significativamente las tasas de mortalidad por melanoma es precisamente facilitar su diagnóstico precoz a través de la autoexploración, de modo que esta permita detectar si un lunar ha cambiado de forma, de tamaño o de color y así poder consultar al dermatólogo si esos cambios pueden suponer algún riesgo para la salud. Cómo revisarse los lunares Cualquier persona que esté familiarizada con su propia apariencia necesitará apenas unos minutos para hacer un reconocimiento general de su piel y detectar alguna alteración. La regla del ABCDE (cuyas siglas corresponden a la primera letra de las palabras «asimetría», «borde», «color», «diámetro» y «evolución») permite estudiar y prestar atención a nuestros lunares para comprobar si presentan asimetría, bordes irregulares, color no homogéneo, diámetro superior a 6 milímetros o algún tipo de evolución con variaciones en su forma, color, relieve o cualquier otra anomalía. Así detalla la Dra. Vitale lo que se debe tener en cuenta en una autoexploración de la piel: La «A» de asimetría alude a la perdida de simetría, al crecimiento del lunar por alguna de sus partes, perdiendo su forma habitual y volviéndose asimétrico respecto a sus ejes. La «B» de borde se refiere a la pérdida de definición de los límites habituales del lunar, que se vuelven irregulares o disipan su contorno en la dermis. La «C» de color remite a un cambio en la pigmentación de la mancha, que de tener un solo color uniforme pasa a mostrar diversas tonalidades. La «D» de diámetro concierne al tamaño del lunar, cuando alcanza un diámetro superior a los seis milímetros. Finalmente, la «E» de evolución trata del desarrollo o transformación del lunar, ya que cualquier cambio en las características antes mencionadas, forma, color, relieve o alguna otra anomalía puede ser signo de un incipiente melanoma.
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