Codiciaba la afición el milagro de los panes y los peces, el milagro de los seis toros embistiendo de hace un año. Sin alcanzar aquellas altísimas cotas, el conjunto de Victoriano del Río sirvió y propició la doble puerta grande de Enrique Ponce –en otra emotiva despedida– y de Alejandro Talavante –qué comunión la suya y la de Batatero–, en otro viernes en el que Andrés Roca Rey llenó los tendidos. En el umbral se quedó por culpa de la espada después de una apabullantísima faena en la que expuso todo y más. Pero, con permiso de la arrolladora figura y de la elegancia poncista, la tarde llevó la firma de Talavante y Batatero. Qué galope y qué ritmo traía...
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