Siempre me consideré muy afortunado por haber leído El resplandor (entonces con el título de Insólito esplendor) de Stephen King años antes de que se estrenara la muy personal versión cinematográfica de Stanley Kubrick. Me explico: de este modo, mi Jack Torrance no tuvo, inicialmente, la sonrisa y las cejas y la voz de Jack Nicholson. Igual suerte tuve cuando leí Olive Kitteridge, novela-en-relatos de Elizabeth Strout (Portland, 1956) y ganadora del Pulitzer 2008. Entonces Frances McDormand aún no le había trasplantado para siempre su rostro vía miniserie galardonada de la HBO. Ahora, leyendo, Luz de febrero (título original más explicativo y preciso, Olive, Again, y escogido por el club de lectura de Oprah Winfrey lo que, a no dudarlo,...
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