Luisa María González, la actual vicepresidenta del Colegio de Médicos de Madrid quiere hacer historia y convertirse en la primera mujer en presidir la Organización Médica Colegial (OMC) y, por ende, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM). Por el momento es pionera al presentar su candidatura. A pesar de que hay más mujeres médicos que hombres en España, ninguna se había atrevido a dar el paso hasta ahora. ¿Por qué se presenta a la presidencia de la OMC? Porque estoy convencida de que la fisonomía actual de la Medicina necesita una OMC más moderna, más operativa y más comprometida. Vivimos tiempos excepcionales que requieren cambios extraordinarios y nos jugamos nuestra identidad como médicos. Es el momento de pasar a la acción. Estoy preparada para dinamizar el legado y reavivar nuestros nobles ideales, desde una posición independiente, que conoce a fondo y de primera mano la realidad profesional. Quiero liderar la respuesta que la sociedad nos exige. Es preciso dar visibilidad al papel de la mujer en la Medicina del siglo XXI, que tiene amplia representación, pero insuficiente reconocimiento. Mi trayectoria de más de 25 años en la brecha me legitima para abanderar la conciliación de la asistencia con la docencia, la investigación, la familia, y las inquietudes personales. ¿Qué cambiaría de la organización? De fondo me gustaría hacer de verdad real que para los médicos lo importante son los enfermos y hacer lo correcto. En la práctica quiero colaborar en la construcción de una organización eficaz, moderna pluralista y fuerte, que cumpla sus funciones públicas en la regulación de la profesión, para el prestigio del médico. Es importante ganar el afecto y la confianza de los médicos; que les ilusione participar en la actividad colegial en todos sus ámbitos. También busco ser puente facilitador de alianzas con la administración, la universidad, las sociedades científicas, los sindicatos y los colegios. Y por último, mejorar las condiciones de los médicos en salario, despacho digno, mayor tiempo para dedicar a cada paciente y al estudio. ¿Cómo valora las actuaciones de la OMC durante la pandemia? Considero que se han hecho esfuerzos encomiables y bien intencionados, sin embargo, han sido lentos, reactivos e insuficientes. La unión y el compañerismo profesional han existido, pero no ha tenido una traducción en resultados. Ha faltado dinamismo, energía, ganas de remangarse, mojarse y bajar a la arena. «Mi proyecto es facilitador, flexible, fuerte, firme y obviamente femenino» El Código de Deontología Médica está en proceso de actualización, ¿qué cambios necesita? Me parece que el cambio prioritario es renovar la ilusión de los médicos por volver a leer nuestro código de conducta y redescubrir su grandeza. Creo que el Código que tenemos es relativamente reciente y la actualización que necesita debería ir encaminada a las cuestiones temporales cambiantes, pero sin perder los valores por el camino. En concreto, considero imprescindible introducir todos los aspectos nuevos que nos ha traído la digitalización, que sin duda es muy beneficiosa. Desde el inicio de la campaña electoral he defendido un programa con 5 F, que representan el ánimo y la forma, con las que quiero abordar las reformas de cualquier índole, también las relacionadas con la Deontología. Mi proyecto es facilitador, flexible, fuerte, firme y obviamente femenino. ¿Apoya o rechaza la ley de Eutanasia aprobada por el Gobierno? ¿Cree que puede comprometer a los médicos? Rechazo la ley de Eutanasia aprobada por el Gobierno por varios motivos. Primero porque se ha hecho una ley sin contar con los que han de aplicarla. Segundo porque una cuestión de tanta repercusión para la vida de las personas no puede sacarse por la puerta de atrás mientras la sociedad sufre las devastadoras consecuencias de la pandemia Covid. Tercero porque España está a la cola de Europa en Cuidados Paliativos y por desgracia nuestros enfermos se mueren en malas condiciones sin que tengamos la oportunidad ni los medios para asistirles como se merecen. Es un hecho que esta ley no sólo compromete la libertad personal del médico, sino que ataca frontalmente la relación de respeto y confianza entre nosotros y nuestros pacientes. Además, esta ley introduce por primera vez en el ámbito jurídico el concepto de derecho a morir que lleva implícito un deber de matar. No podemos olvidar que plantea una objeción de conciencia incompleta y condicionada, lo cual es intolerable porque es un atentado contra la libertad. Durante la pandemia se ha hecho más visible que nunca el éxodo de médicos a otros países. No solo porque están mal pagados, sino por la inestabilidad laboral. ¿Qué propone para cambiar esta realidad? Como el resto de la población, llevamos arrastrando desde el 2008 una inestabilidad laboral que ha ido 'in crescendo' y que impacta especialmente en los médicos jóvenes. La precariedad y temporalidad de los contratos hay que resolverla con la administración, de la mano de los sindicatos, pero poniendo el acento en el profesionalismo que es nuestra función. Propongo crear un grupo de trabajo que rediseñe un marco laboral que mejore el acceso de los jóvenes. Es fundamental promover la autogestión de los servicios por los médicos. Esto supone elevar el criterio clínico a la altura del criterio económico. La sostenibilidad no está reñida con la calidad asistencial pero la unidad de medida no puede ser sólo cuantitativa, ya que el beneficio del enfermo abarca variables no cuantificables. Los parámetros mercantiles que son válidos en el mundo empresarial son insuficientes en Medicina. ¿Cuáles son los cambios más inmediatos que necesitan los médicos? Lo más inmediato que necesitamos es renovar la ilusión. Mi candidatura la aporta a manos llenas, espero que me dejen demostrarlo. Tenemos un trabajo de enorme responsabilidad y la remuneración debe estar en consonancia no sólo con el esfuerzo y la dedicación, sino con el valor de lo que tenemos entre manos. Además, la Medicina de hoy necesita una dosis intravenosa de humanización, está en nuestro ADN pero la dificultad de los tiempos ha podido apagarla. Hay que volver a encender esa luz ya que en el corazón de todo médico está el mejor interés del enfermo. La esencia del cambio no está en la técnica y en la ciencia, que están preservadas, sino en potenciar el compromiso. Lo nuestro es involucrarnos. ¿Qué aspectos han quedado paralizados durante la pandemia del Covid-19 y necesitan retomarse de forma urgente desde su punto de vista? Claramente se ha paralizado la formación, tanto de los residentes como del resto de médicos, que hemos sido absorbidos por el tsunami del Covid. Es preciso diseñar programas de recuperación de los aspectos formativos perdidos. Nosotros no nos podemos permitir lagunas en este sentido. Por otra parte, debemos poner en marcha, de forma urgente, una estrategia de atención a las patologías que han quedado relegadas por la pandemia, como es toda la actividad quirúrgica. Esto va a suponer un sobresfuerzo para todos, pero si las políticas sanitarias se hacen contando con los criterios médicos será posible resolver en favor del paciente. Es prioritario seguir trabajando para acelerar la vacunación y evitar la temida cuarta ola, entre todos.
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