Más de dos millones de personas se han hecho voluntarias durante la pandemia, según el último informe de laa Plataforma del Voluntariado de España (PVE). Hay un 53% de mujeres frente al 47% de hombres, y la mayoría tienen entre 45 y 54 años y un nivel socioeconómico medio-alto. Pero antes de esta crisis, ya había millones de personas trabajando por los demás. Como Cristina, Teresa y Daniela, que llevan años trabajando para mejorar la vida de los niños más vulnerables en ONG como Save the Children y Aldeas Infantiles SOS. Más de una década lleva Cristina (Barcelona) colaborando con Save the Children. «Los niños siempre me han gustado muchísimo y pensé que era una buena oportunidad para hacer algo por los demás», plantea. Aunque hay gente que colabora en la gestión o en tareas informáticas, esta catalana lleva trabaja a pie de campo, en talleres que organiza la ONG para niños en riesgo de exclusión social, procedentes de familias desestrucuradas o inmigrantes, cuenta. Con los mayores suelen trabajar más el refuerzo escolar, mientras que a los más pequeños tratan de inculcarles valores como la cooperación, la solidaridad, la tolerancia... Cristina, que ha trabajado con chiquillos desde los 4 hasta los 14 años cree que lo mejor es verles evolucionar. «El voluntariado me ha abierto los ojos, sirve para quitarte prejuicios de encima, sobre ciertas personas y situaciones. Te hace más tolerante y te lleva a ponerte en el lugar de la persona que tienes enfrente.Te da una visión más generosa del mundo», plantea. Aunque trata de no llevarse los dramas de los pequeños a casa, reconoce que ve situaciones muy duras y realidades muy distintas a las que estamos acostumbrados en el primer mundo. «Aunque nos quejemos, no tiene nada que ver con lo que sufren algunas personas», admite Cristina. Con cerca de 60 años, quiere seguir trabajando por los demás «hasta que la dejen». «Creo que todos deberíamos probar el voluntariado alguna vez, aunque luego veamos que no va con nosotros. Es algo que había que hacer una vez en la vida, yo lo sumaría a lo de plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Yo tengo ya una edad, pero mientras pueda moverme, saltar y jugar ahí estaré. Y si no buscaré otras opciones. Hay que dar un poco de nuestro tiempo como agradecimiento por lo que tenemos», subraya. Igual de entusiasta por el trabajo que hacen se muestra Teresa, que lleva cerca de siete años colaborando con Aldeas Infantiles SOS, aunque hace unos cuatro años que ejerce como voluntaria en uno de los centros madrileños de la organización. «A mí los niños me gustan mucho, pero no he podido ser madre, la vida no me puso en situación de serlo. Aún así, quería relacionarme con la infancia de otra manera y luego conocí el proyecto de la ONG y sus casos de éxito y me llamó la atención», admite. Como su jornada laboral acaba pronto, a mediodía acude a uno de los centros de día de la ONG, donde dedican la tarde a reforzar tareas escolares, merendar y luego trabajar con los chavales valores como la igualdad, la soledad, y el medio ambiente, entre otros, «siempre acompañados por los educadores», subraya. «Y siempre recibiendo más que dando. Yo creo que en el fondo el voluntariado es también una ayuda al voluntario, tú también recibes mucho. Empecé a colaborar en un momento personal muy complicado y con ese cambio en mi vida me curaron muchas heriditas que yo tenía», confiesa Teresa. Ella, que tuvo una infancia feliz, reconoce que muchos niños arrastran dramas importantes y conviven «con realidades muy dura». «Pero al final el proyecto les trata de llevar esperanza, así que yo me llevo una sensación muy buena siempre, la fórmula funciona. A veces los educadores se desahogan contigo, tienen que tirar la toalla y resignarse, porque los servicios sociales mantienen custodias aunque parezca que no tenga sentido. Pero siempre predomina la alegría. Y aunque los niños vengan de pasar una situación difícil, allí les cambia la energía y la emoción». ¿Qué ha aprendido en este tiempo? «Lo primero, que la voluntad mueve montañas, cuando hay voluntad no hay nada que te pare. Cuando no nos podíamos mover de casa, los educadores iban a los centros y recuperaban algunas actividades. Y luego hay que pensar que siempre hay esperanza, tanto en los niños como en los educadores, que son muy importantes en la sociedad. Consiguen darles ilusiones a los niños, y sacar de ellos sus mejores versiones». DanielaDaniela //40 años// Llevaba tiempo que queriá pero no llegaba el día, mi sobrina vino con 16 años, empezó a estudiar cuaro de la eso y nos ofrecieron el cuso, hicimos las documentarciones y aproveché el momento . me apunté llevo ya más de un año , el curso pasado y al principio no sabía que había dentro del as horas que iba tiempo para apoyo escolar, talleres, recreo y me encantó desde que crucé la puerta, buenos profeisonales y están mu7y comprometidos y los niños son de todasl as edades, repartidos en clase y son muy receptivos agradecidos, te devuelve la alegrí aque hemos perdido. Hace unos días empezaron y nos enganchamos todos y lo pasamos muy bien . es una ex`periencia única, te hace vivir aquí y ahora, laos niños son esos y a los adultos se nos ha olvidado disfrutar del momento, vivimos a mucha velocidad y para mí eso es muy relajante. Estoy acabando la carrea de psciología en la uned y como vino mi sobrina porque es bastante de. Somos Rumanía , 13 años son muchos, el acento no se quita y al ño pasado me lo tomé sabático para apoyarla con los estudios, no trabajaba, estaba en el último año y podía acabar, estoy en las oposiciones, estaba como 6 horas estudiando. Ira a aldeas era muy reljaante, le explicaba la materia pero no podía asimilar toda la info no conocía el idioma fue un poco dificil pero aprobó y ahora está en primero de bachiller para ella , dice que fue lo mejor que españa, el primer contacto con amigos. De todas las edades y distintas necesidades///hay también de familias más vulnerables, hispanohablantes que vienen de un país con el mismo idoima pero el nivel d estudios es distintos. No tienen amigos, no conocen a nadie y el nivel es más alto. frustrante orque no entienden, son más pequeños, no entienden porque es m´s dificil. estás ahí para ayudarles y sabes que le aportas algo y eso te hace sentir y quedarte con lo bueno, no con lo malo, cualquier ayuda para ellos están muy agradecidos y la satisfacción tuya, le explicas y lo entienden superrápido. Es algo recíproco, ellos también me enseñan a mí, me gusta que te hace parar, te recuerda eso, disfrutar de ese minuto que no recordaba lo que es pegar patadas a un balón, pero nos reíamos, nos caíamos, son cosas sencillas , adultos y se nos han olvidado y no podemos disfrutarlo, adultos de 40 nos pongamsoa eso. te recuerdan lo que es la sencillez dd e no complicar las cosas. Nosotros mil vueltas aldeas es lo mejr de españa me ha subido la autoestima a pasar el curso sin saber el idioma y sin adaptaciones curricurales. en primero de bachle enseña a relacionarse y conocer. tener amigos. fue duro. En 6 meses cumple 18 y ya no puede ir y hace unos dís decía pero me puedo hacer voluntaria. alli en rumanía se pede hacer voluntariado in ser mayor de edad. lo echaba de menos. nos quejamos de como es la sociedad y la consturimos nosotros, me gustaría más ayuda y los que trabajan allí también. abrazo sincero y bonito. Me encontré a dos chicos y estabamos encantados /// no se klvidan de ti.
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