La penúltima trampa de un cacique corrupto

La farsa vestida de proceso electoral que se va a escenificar hoy domingo en Venezuela no es más que un desahogo de la dictadura. Ni la Unión Europea, ni Estados Unidos ni los países de la región van a reconocer un resultado que por otro lado puede darse por descontado. En este sentido, Juan Guaidó debe seguir siendo considerado a todos los efectos el legítimo presidente encargado. Cuando los ciudadanos no son libres, las urnas no sirven de gran cosa y si hay una conclusión evidente de la jornada de hoy en Venezuela es que el régimen que encabeza Nicolás Maduro, denunciado por las Naciones Unidas como autor de una larga serie de crímenes contra la humanidad, está inhabilitado de raíz para conducir cualquier tipo de proceso electoral. La solución para terminar con la pesadilla infernal que viven los venezolanos serán unas elecciones libres, pero no podrán ser organizadas desde el chavismo. Con Maduro, Diosdado Cabello o Delcy Rodríguez ya no hay nada que negociar, salvo su entrega a las autoridades internacionales para ser juzgados por sus crímenes.

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