Me gusta desayunar mientras contemplo cómo surgen las primeras luces del día. Mi cocina tiene amplios ventanales y da a un patio abierto en el que hay un bloque de viviendas. Ayer la niebla y una fina llovizna ocultaron los rayos del sol al amanecer en Madrid. El cielo se fue iluminando perezosamente, como un escenario en el que se va disipando la penumbra al comienzo de la función. Veía perfectamente enfrente de mí una habitación iluminada con una mujer de unos 40 años desayunando. Estaba sola, con el pelo recogido y vestía un albornoz de color rosa. Parecía intensamente concentrada en su móvil o en una tableta. Tenía sobre la mesa una cafetera, de la que se sirvió varias tazas. Inmediatamente asocié... Ver Más
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