Me lo imagino enjaulado como un león en su casa de Marbella. Lleva allí con Andrea desde el mes de julio. Le veo leyendo las novelas de ciencia ficción de un chino que le entusiasma, repasando viejas películas del Hollywood de los años 40 y saliendo a mediodía -siempre a la misma hora- a comprar el ABC. José Luis Garci no tiene teléfono móvil, ni coche, ni ordenador. Escribe a mano y guarda la visión del mundo de un caminante. No es difícil que te pare en una esquina para contarte que allí estaba el antiguo campo del Madrid, el edificio de «Pueblo» en sus comienzos o cómo eran las noches de verano en el Campo del Gas. En lugar de dedicarse...
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