«Nos ocupamos de que los residentes no fallezcan de Covid, pero mueren de pena»

Cuando el coronavirus entra en las residencias de mayores se propaga como la pólvora, pero aislar a los internos para protegerlos puede ser todavía peor que la propia enfermedad. Al confinar a los residentes aislándolos dentro de sus habitaciones se incrementa la desnutrición, se descompensan mucho las enfermedades crónicas como la diabetes, se pierde mucha masa muscular y capacidad motora y de movimiento, aparecen rasgos de ansiedad y depresión y, además, «en aquellos que tienen demencia o deterioro cognitivo, que son más o menos la mitad de los residentes, aparecen trastornos de comportamiento», explica a ABC José Augusto García, presidente de la Sociedad Española de Geriatría. Aunque en España no haya un confinamiento domiciliario como el de marzo y abril, en las residencias en las que hay o ha habido brotes en la segunda ola sí se ha puesto en cuarentena a los mayores como entonces. «Nos ocupamos de que no mueran de Covid, pero la gente muere de pena. Se están tomando decisiones de espaldas a la realidad de las residencias», denuncia Juan José García Ferrer, secretario general de Lares, la federación de residencias y servicios del sector solidario. Restringir las visitas también resulta inconveniente, según los expertos. El responsable de Lares asegura que «debemos garantizar que haya contacto a aquellas personas para las que sea indispensable por su equilibrio emocional». Coincide con él José María Toro, secretario general del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs), quien argumenta que «las visitas hay que mantenerlas, son un elemento fundamental para mantener la calidad de vida. Eliminarlas es como un castigo para las personas mayores». Para poder mantener una actividad «normal» en los centros en cuanto a visitas y actividades grupales se refiere, las patronales de las residencias piden que se realicen test PCR o de antígenos de forma periódica a los empleados y a los residentes. «Lo ideal sería que el Consejo Interterritorial, que recomendó las pruebas en trabajadores, aprobara su obligatoriedad y que la medida se extendiera también a los residentes», reclama Toro. La realidad de las residencias Mientras se decide o no una estrategia común, el coronavirus no se detiene y está aprovechando para colarse en aquellas residencias que estuvieron libres del virus en la primera ola. Es el caso del centro Nosa Señora das Virtudes de Pontedeume, en La Coruña. Allí se han contagiado 42 personas, casi la mitad de los 87 mayores que residen en las instalaciones. La dirección del centro asegura a este periódico que desconocen cómo entró el Covid-19 en las instalaciones, pero afirma que «a lo mejor un confinamiento hubiera sido maravilloso» para evitar los contagios porque «una vez que entra no hay quien lo pare», lamenta. En la residencia DomusVi Ribadumia, tampoco tuvieron ningún caso durante la primera ola y ahora son 73 contagiados ya. La directora asistencial del grupo DomusVi, Fini Pérez, asegura a ABC que se han cumplido todos los protocolos pero afirma que, al haber una transmisión comunitaria tan importante, es «muy fácil que ante cualquier despiste alguien pueda coger la enfermedad». Respecto a la situación de las residencias del grupo Domus Vi, Pérez destaca que el 88% de sus centros está libres de casos y que en el resto, más del 70% tienen menos de 15 residentes contagiados. En definitiva, la responsable señala que la situación «no se parece ne nada a la de marzo y abril porque tenemos muchísimos más medios y algo más de conociemito». En la residencia de Salinas de Pisuerga (Palencia) ya han fallecido 14 personas Uno de los brotes más graves es el de la residencia de Salinas de Pisuerga (Palencia), en el que han fallecido 14 personas y que tampoco tuvieron casos en la primera ola. Javier González, director general del Grupo AGE, que gestiona el centro, señala que «los protocolos se han cumplido desde el día -1. En el momento que una de nuestras residentes presentó síntomas se pusieron en marcha todas las medidas de aislamiento y sectorización que tenemos reflejadas en nuestro Plan de Contingencia. Entendemos que los protocolos, que son los que establece la Junta de Castilla y León a través de las Consejerías de Sanidad y Servicios Sociales, son totalmente correctos, pero cabe recordar que las residencias en general no son centros sanitarios sino geroasistenciales». González señala que no saben exactamente lo que ha podido fallar, ya que «las visitas a la residencia estaban permitidas y los trabajadores entran y salen a diario del centro, con lo que no se puede descartar nada». Para el grupo ha sido «muy difícil» encontrar personal para cubrir las bajas porque «en esta zona no existen profesionales, nadie quiere venir a trabajar para cubrir una baja y menos en un centro con Covid. El sábado día 24 realizamos 97 llamadas telefónicas a diferentes candidatos y todas ellas fueron infructuosas. Solamente tres personas respondieron al llamamiento solidario para encontrar voluntarios que nos ayudaran en los momentos de mayor crisis». Por último, en Castilla-La Mancha, una de las residencias más afectadas por el coronavirus es la de Prado de San Gregorio de Sonseca. Allí han registrado 73 positivos y 11 fallecidos, mientras que en la primera ola no se notificó ningún contagio. Desde Ilunion, entidad que gestiona el centro, explican que se ha cumplido el protocolo y cabe recordar que la localidad ha llegado a tener incidencias muy altas de coronavirus, llegando a los 1.310,2 casos por cada 100.000 habitantes.

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