¿Cómo te gusta la tortilla de patatas? ¿Con cebolla o sin cebolla? Antes de responder a la pregunta, que no cunda el pánico. Nuestra intención en este artículo no es iniciar un debate (otro más) sobre si la receta auténtica de este delicioso plato a base de huevo y patatas debería incluir o no la cebolla para que sea una «auténtica» tortilla, sino más bien explicar que el único momento en el que las patatas y las cebollas deberían estar «juntas y revueltas» es a la hora de cocinar, es decir, cuando se prepara con ellas algún tipo de guiso, ya sea tortilla o cualquier otro plato que sea susceptible de combinar estos alimentos. La razón por la que contamos esto es porque cuando almacenamos las patatas y las cebollas en la cocina o en la despensa solemos cometer un error, que lleva a que ambas se estropeen antes: conservarlas «juntas y revueltas». «La durabilidad de la patata y la cebolla es similar y por eso suelen guardarse en el mismo sitio, pero cuando hacemos esto estamos acelerando su deterioro», explica la dietista-nutricionista Julia Farré. La influencia negativa de ambos alimentos se da tanto de las patatas hacia las cebollas, como de las cebollas hacia las patatas. Así, tal como explica Jessica Hierro, dietista-nutricionista de Alimmenta, el etileno que liberan las patatas perjudica a las cebollas favoreciendo su deterioro y eso puede hacer que se pudran antes de lo previsto. «Además, si las patatas tienen cortes, defectos o grillos la emisión de etileno es mayor, aumentando aún más la putrefacción de las cebollas», añade. Por su parte la cebolla tiene la capacidad de absorber el agua de la patata, lo que produce, no solo que la patata se seque y se arrugue antes, sino que además aparezca mucho antes el moho y los brotes en la cebolla, como aclara Julia Farré. Lo peor es que cuando una cebolla o una patata se pudre lo normal es que en seguida contagie al resto, por lo que en poco tiempo tendremos que deshechar tanto las patatas como las cebollas que hemos almacenado en el mismo lugar. Fuera de la nevera y sin luz Otro de los errores que se suele cometer cuando se almacena o conserva estos alimentos es guardarlos en el frigorífico. Esta práctica no solo altera su sabor, sino que también favorece su deterioro. La patata se suele oscurecer, se vuelve más dulce por la pérdida de almidón y eso también hace que no se fría bien. Según explica Luis Riera, director de la consultora de seguridad alimentaria SAIA, lo ideal es que las patatas y las cebollas se guarden aisladas de cualquier otro producto en un un lugar oscuro, ventilado para que «respiren», a temperatura ambiente, por debajo de los 20ºC, si es posible, pero nunca juntas. La oscuridad a la hora de almacenar las patatas es importante, pues el exceso de luz puede hacer que las patatas pierdan tamaño y consistencia, además de favorecer la aparición de compuestos químicos que si interaccionan entre sí la vuelven más amarga y de tono verdoso, llegando a ser tóxica. En definitiva, no se deben consumir las patatas con halos verdes, por muy «naturales» que parezcan. En cuanto al recipiente o el contenedor adecuado para albergar las patatas y las cebollas (no juntas) sería una cesta, una caja de madera con rejilla o con rendijas, un saco que permita transpiración o incluso una caja de cartón, pero nunca se debería utilizar la bolsa plástico del supermercado para conservarlas.
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