Emiratos pone en marcha la primera central nuclear del mundo árabe

Esta semana se ha conectado a la red eléctrica la central nuclear de Barakah, en Emiratos Árabes Unidos (EAU). Con sus 1.345 megavatios (MW) de potencia, es la primera que produce electricidad en el mundo árabe. El complejo consta de tres reactores más de diseño surcoreano que suman 5.300 MW. Cuando estén operativos en 2025, generarán el 25% de la electricidad demandada en el país. Emiratos se suma así a la lista de 31 países que tienen casi 450 reactores nucleares, entre ellos, España (7). Tanto la central de Barakah, en particular, como EAU en general, son notables ejemplos de la decidida apuesta por las energías renovables en una región superdependiente del petróleo y del gas y que se encuentra en plena transformación de su modelo económico. Los países del Golfo (Arabia Saudí, EAU, Kuwait, Omán y Qatar) están entre los mayores productores de petróleo del mundo y quieren que en 2050 casi el 50% de la energía consumida sea renovable, frente a menos del 10% actual. La dependencia del petróleo bajaría del 90% de ahora al 40%. El gas también tendría un importante papel. Un reciente informe de Bloomberg fija en unos 24.000 millones de euros la inversión de los países árabes productores de petróleo en energías renovables, principalmente eólica y solar. El objetivo es pasar de los 4,2 GWh de potencia instalada a 24,1 GWh en 2020. Otro informe de la consultora Frost & Sullivan de este año esperaba que los países del Golfo Pérsico aumentaran 50 veces su capacidad solar instalada entre 2015 y 2025. Por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos se ha fijado el objetivo de que en Dubái, la capital, el 25% de la electricidad se genere con energías renovables en 2030 y, en 2050, el 75%. Así, por ejemplo, Dubái puso en marcha el mes pasado una de las plantas fotovoltáicas más grandes del mundo, Noor Abu Dabi, con más de tres millones de paneles solares en sus ocho kilómetros cuadrados y una capacidad de producción de 1,2 gigavatios (GW). Tras una inversión de unos 800 millones de euros, la planta abastece a 90.000 personas. Y Omán trabaja en otra planta solar de 100 MW y en un parque eólico de 400 MW. De momento, la instalación fotovoltáica más grande del mundo es la de Bhadla, en Rajasthan (India), que suma 2.245 MW. Sello español En este desarrollo de las energías renovables en esta región del mundo las empresas españolas vuelven a tener protagonismo dado su gran prestigio internacional en estas infraestructuras. Prueba de ello es la visita que hizo hace un año a nuestro país el ministro de Desarrollo de Infraestructuras de EAU, Abdulla Bilhaif Al-Nuaimi, para invitar a las empresas españolas a participar en millonarios proyectos. Cabe recordar que Abengoa fue seleccionada por Shangahai Electric, una de las mayores compañías chinas de fabricación de equipos, para desarrollar la tecnología termosolar y construir un campo solar de colectores cilindroparabólicos de 3x200 MW con 12 horas de almacenamiento en sales fundidas, lo que le permite funcionar sin luz natural, para el complejo solar más grande del mundo, Mohammed bin Rashid Al Maktoum Solar Park, en Dubái. La compañía española que preside Gonzalo Urquijo también participó en la construcción de la mayor planta híbrida solar-gas del mundo, Waad Al-Shamal (1.390 MW + 50MW), en Arabia Saudí, país en el que contribuyó a los trabajos de electrificación del AVE de La Meca. En Abu Dabi, completó la construcción de Shams 1, otra de las plantas solares más grande de Oriente Medio. Por su parte, Acciona ha participado en la construcción de la tercera fase de la mencionada planta fotovoltaica Mohammed bin Rashid Al Maktoum Solar Park. En sus casi 18 kilómetros cuadrados cuenta con más de tres millones de paneles fotovoltaicos que suman una potencia pico de 1.054 MW. Precisamente, en marzo de 2017 la compañía asturiana TSK que preside Sabino García puso en marcha la primera fase de esa gigantesca planta. Entonces ocupaba tan solo 440 hectáreas, el equivalente a 700 campos de fútbol. Y hace justo un mes esta misma compañía inauguró el parque eólico de Dhofar, en Omán, el primero a escala industrial de Medio Oriente, suponiendo un hito importante en el desarrollo de esta tecnología tanto en el país como en la región de Oriente Medio al incentivar otras promociones para el futuro desarrollo de la energía eólica en esta parte del mundo. Los retos del calor y de la arena La planta está situada en medio del desierto, lo que supuso un enorme reto tanto para TSK como para el resto de socios en cuanto a logística (por la distancia a puertos practicable para elementos pesados y voluminosos como los aerogeneradores), suministro de materiales básicos a gran escala (hormigón, agua) y provisión de medios de vida en una zona desértica y aislada de la civilización. El parque consta de 13 aerogeneradores de General Electric de 3.8 MW de potencia, 130 metros de diámetro de rotor y 80 metros de altura de buje, totalizando una potencia de 50 MW, con capacidad para generar alrededor de 200 GWh al año, que supone el consumo de 60.000 hogares. Dadas las duras condiciones del lugar, las turbinas fueron equipadas con un «desert package» que mejora la respuesta de la turbina a ambientes con altas temperaturas y presencia de arena, como es el caso del desierto de Omán. Además, el grupo ACS se adjudicó en 2016 el diseño, suministro de equipos, construcción y puesta en marcha de una planta de gestión y tratamiento de residuos industriales en Abu Dabi.

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