Cuesta de enero: Cinco bares del centro de Sevilla donde comer bien por menos de 15 euros

Tras los excesos navideños, enero siempre llega con su buena dosis de realidad: la temida cuesta, entre los gastos que se acumulan y la sensación de que empezar el año se hace más empinado, no solo en lo económico, sino también en lo gastronómico. Pero, ¿quién dijo que no se puede disfrutar de una buena mesa sin dejarse el sueldo? Aquí traemos una guía para quienes quieren empezar el año con alegría en el plato y serenidad en la cartera. Hoy te proponemos cinco bares asequibles en pleno centro de Sevilla que tienen el recetario andaluz como brújula y el arte de lo casero como bandera. Desde guisos reconfortantes para paliar estas bajas temperaturas, hasta unas buenas frituras, montaditos y tapas que invitan a rondas infinitas sin que la cartera sufra demasiado. Porque sí, es posible disfrutar de la esencia de nuestra gastronomía sin cruzar la frontera de los 15 euros. ¿El secreto? No es solo el precio, sino también el ambiente. Estos bares combinan el encanto de lo auténtico con la calidez que uno busca en una ciudad como la nuestra: barras bulliciosas, cerveza helada y cartas repletas de opciones. Así que, si el bolsillo te pide prudencia pero el estómago exige alegría, esta lista es para ti. Aquí encontrarás cinco bares del centro de Sevilla donde, con menos de 15 euros, puedes empezar el año disfrutando de nuestra cocina de siempre. Que la cuesta de enero no te impida saborear la vida. ¡Buen provecho! En la estrecha calle Herbolarios, el Bar Kiko de la Chari se mantiene como un refugio para los amantes de la cocina de siempre, esa que recuerda a de las madres y abuelas de antaño. Con casi cuatro décadas de historia, este pequeño local —que también cuenta con una hilera de mesas a pie de calle— ha hecho de los guisos caseros y las tapas tradicionales su seña de identidad, sin dejar que el paso del tiempo afecte ni a su esencia ni a sus precios asequibles. La carta es un homenaje a la cocina andaluza, con tapas y raciones clásicas como espinacas con garbanzos, sangre con tomate, sanjacobo casero o albóndigas con patatas. Además, para quienes buscan una comida más completa sin que se resienta el bolsillo, ofrecen menú del día con dos platos a elegir, platos combinados con carnes, patatas, huevo y pimientos, y siempre un plato del día con recetas de cuchareo que cambian según la semana. Entre estos guisos, es posible encontrarse con un potaje de berzas, lentejas, chícharos, sopa de tomate o un buen puchero andaluz, platos que, además de reconfortar, se pueden llevar a casa gracias a su servicio de comida para llevar. El bar lleva el nombre de Chari, su carismática propietaria, que con 73 años sigue al pie del cañón, fiel a las recetas y al trato cercano que han convertido este rincón en un clásico del centro de Sevilla. Tanto es así que, en 2023, el Ayuntamiento de Sevilla reconoció su labor otorgándole la medalla de la ciudad, un premio a su dedicación por mantener vivas las tradiciones culinarias de la ciudad. Si vas paseando por el barrio del Arenal y se te antoja un buen cuchareo o un tapeo informal con sabor a tradición a precios de toda la vida, el Bar Patronas es una de las opciones a tener en cuenta. Entre azulejos y mesas palilleras de color verde que recuerdan a la Feria, se degustan tapas y raciones de cocina tradicional, como menudo de ternera, pollo frito, croquetas, albóndigas, filetes rusos o carrillada, todo casero y a fuego lento. En la pizarra junto a la barra, María José escribe a diario el guiso que ofrecen como plato del día: puchero, sopa de tomate y pan, lentejas, alubias o una de sus especialidades de temporada, los garbanzos con tagarninas. Además de tapas, ofrecen medias raciones, postres caseros y alguna que otra sugerencia fuera de carta. Y, para acompañar, una Cruzcampo Glacial bien tirada o una copa de vino que redondea la experiencia. Si hay un lugar que rinde homenaje a la cocina tradicional sevillana, ese es Er Caserío. Este bar, ubicado en una de las zonas más céntricas de la ciudad, destaca por su ambiente acogedor y una carta que celebra los platos de toda la vida, desde los guisos más reconfortantes hasta el pescaíto frito que nunca falla. Un espacio donde la cocina casera es la protagonista absoluta. Platos como puchero, cocido, patatas guisadas con costillas o lentejas se sirven con esa autenticidad que recuerda a las comidas familiares. Pensando en quienes no siempre tienen tiempo de cocinar, Er Caserío se convierte en una segunda casa para disfrutar de un cuchareo de verdad, sin pretensiones ni artificios. El local tiene ese aire que evoca los antiguos caseríos: sencillo, sin excesos, pero con un aroma y una calidez que terminan de afinar la experiencia. Y todo, a precios más que razonables. En la calle Canalejas, a un paso de la plaza de la Magdalena, el restaurante Donald es una auténtica institución de la hostelería sevillana. Con medio siglo de historia a sus espaldas, este establecimiento ha resistido al paso del tiempo, conservando la esencia de la cocina tradicional que lo hizo famoso desde el principio. Bajo la dirección de Mariano García, quien lleva casi 50 años ligado al restaurante, Donald sigue apostando por los sabores de siempre. Así, su carta está repleta de clásicos como menudo con garbanzos, riñones al jerez, pavías de bacalao o albóndigas. Tampoco faltan platos emblemáticos como su célebre ensaladilla o los huevos rellenos, preparados con el mismo esmero de hace décadas. Donald no solo destaca por su cocina, sino también por su servicio. Mariano y su equipo han mantenido las formas y la calidez que caracterizan a los bares tradicionales sevillanos, creando un espacio donde la autenticidad es protagonista. En la plaza de San Antonio de Padua, el Bar Rodríguez se ha convertido en un clásico de Sevilla desde 1976. Este bar, alejado de las modas gastronómicas y los artificios, encarna la esencia del tapeo de barrio: comida casera, precios honestos y una barra donde la simpatía y el buen hacer de Pedro y su equipo son el ingrediente principal. Aquí no hay gastrobares que valgan ni decoración minimalista, pero tampoco hacen falta. Lo que encontrarás son boquerones en adobo con una fritura crujiente impecable, montaditos de pringá que saben a tradición y guisos del día que reconfortan como los garbanzos con sus avíos. Todo acompañado de una Cruzcampo bien fría y servido con ese ambiente familiar que hace sentir a cualquier cliente como un amigo de toda la vida. El local, de estética clásica con azulejos y una larga barra metálica, se complementa con una terraza perfecta para disfrutar del buen tiempo sevillano. Aunque no es temporada, merece mención especial la fama de sus caracoles, considerados de los mejores de la ciudad, ideales para esas noches de preverano que se viven con una tapa y una charla interminable.

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