En un ambiente de pesadilla, con un público entregado que festejaba sonoramente cada mínimo golpe del púgil francés, el marbellí A youb Ghadfa encontró el camino hacia la final. En los dos primeros asaltos la superioridad del español fue meridiana, y así lo reconocieron casi por unanimidad los jueces. En el tercero, espoleado por el público, Aboudou se lanzó al ataque de manera un tanto confusa, aunque acertó algunos golpes importantes. El español sabía que si controlaba la pasión y se abstraía del ambiente podría tener la final al alcance de sus guantes. Así fue. Ganó sin discusión, 5-0, aunque en el tercer 'round' el francés logró más puntos. El 10 de agosto , a las 22:51 horas, Ayoub luchará contra Jalolov por el oro olímpico. Ayoub podrá además presumir de haber conseguido su medalla en la pista Phillipe-Chatrier de Roland Garros , escenario de tantos triunfos españoles con la raqueta y reconvertida hoy en un cuadrilátero de ambiente explosivo. Para llegar hasta aquí, el andaluz ha completado un torneo excelente, con una primera victoria muy sufrida ante el kazako Kunkabayev , medalla de bronce en Tokio, y con un triunfo incontestable contra el armenio Chaloyan, abanderado de su país en la ceremonia inaugural. El metal de Ayoub se suma al conseguido por Enmauel Reyes Pla , lo que supone el mejor resultado histórico del boxeo español en unos Juegos Olímpicos y su regreso a los podios después de una sequía que duraba 24 años. Hasta que se marchó a Madrid a estudiar en la Universidad, jamás hubiera pensado Ayoub Ghadfa (Marbella, 1998) que podía acabar con una medalla olímpica colgada del cuello. El púgil andaluz, que sufrió, como tantos boxeadores, acoso escolar de niño, decidió aprender kick-boxing para defenderse. Le cogió afición y llegó a pensar en meterse profesional. Sus padres, sin embargo, le recomendaron que siguiera estudiando. Una vez acabado el Bachillerato, su intención era matricularse en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en al Universidad de Granada, para estar más cerca de casa, pero en la EBAU le falló la nota por unas décimas. Esas décimas, que en su día tanto disgusto le causaron, son en buena medida culpables de que hoy esté en París alzando el puño y con una medalla olímpica. Como en Granada no era posible, Ayoub se marchó a Madrid para cursar en la Autónoma la carrera que le interesaba y se matriculó en un gimnasio para seguir dándole al kick-boxing. Esa decisión le cambiaría la vida. El veterano entrenador José Valenciano le echó el ojo y le propuso que probara con el boxeo. Ayoub dijo que sí, animado por la posibilidad de imitar a dos de sus grandes ídolos, Mike Tyson y Muhammad Ali. Cuando el seleccionador nacional, Rafa Lozano, tropezó con él, quedó prendado. No hay muchos púgiles prometedores de ese peso (más de 92 kilos) en España y le propuso prepararse. Ayoub tenía mucho que aprender, y lo hizo a base de combatir. Derrota a derrota, golpe a golpe, el marbellí se adentró en los misterios del boxeo. Los desentrañó tan bien que fue bronce en el Mundial de 2023 y ahora puede acabar con el oro en los Juegos Olímpicos de París.
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