El otro día escuché a un tertuliano rebatiéndose a sí mismo. Me pareció un hallazgo muy valioso en el actual proceso de conquista de la banalidad. Para el programa gubernamental de vulgarización masiva, esto es un avance gigantesco hacia la desvalorización de las opiniones, que se pueden descambiar sin tique. Uno puede decir una cosa y la contraria en la misma frase y obtener un gran reconocimiento social por ello porque ese es el culmen de la persuasión: hacer imperar sobre los demás el razonamiento que más interesa en cada momento. Es decir, se trata de devaluar cualquier convicción para evitar que el conocimiento enerve al fanatismo. Lo digo de una manera más directa: si usted tiene principios, es un...
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