Según los cálculos del Instituto Nacional de Estadística, que son tan oficiales como los de Sánchez pero mucho más rigurosos y metódicos, España ha superado ya los cien mil fallecimientos por causa directa o indirecta de la pandemia. La cifra no sería menos sobrecogedora si fuese sólo la mitad, o los casi setenta mil que reconoce el Gobierno en su extraño ejercicio de cicatería estadística. Pero el guarismo redondo de los cien sugiere con mayor rotundidad la naturaleza de la tragedia: una hecatombe que está diezmando una generación entera. La generación de la memoria, la depositaria de la experiencia de la segunda mitad del siglo XX, la que conservaba el testimonio directo de una época. Y eso significa que ‘cuando...
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