Los que todavía hicimos la mili, aquella cosa tan extraña, recordaremos que por fatigas, así en plural, se entendía aquellas aburridísimas jornadas que consistían en hacer de todo o de nada, desmontar las garitas para volverlas a montar, por ejemplo, o dar cera y sacar brillo al patio. Las fatigas producían un tipo de cansancio que no tenía que ver con la extenuación física, pero que era muy molesto y, tras el toque de fajina, no te dejaba ganas ni de jugar al póquer. Las fatigas te conectaban directamente con el tedium vitae. Ahora que se cumple el año de la llegada del Covid-19 a España y de su puesta de largo el Día de la Mujer Trabajadora (su símbolo intemporal,...
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