Cualquier amante de los coches reconoce el inconfundible rugido de un propulsor V8 biturbo o de un motor bóxer de seis cilindros. Y es que los sonidos que emanan de un vehículo no solo crean un vínculo emocional con su conductor, sino que además son un importante sistema de advertencia, por ejemplo, de las condiciones de tracción. Los coches eléctricos también tienen su propia sonoridad, aunque en este caso, debe ser compuesta por su fabricante, dado que sus mecánicas pueden funcionar prácticamente en silencio. Aunque el rumor ayuda a reforzar el carácter deportivo, o tecnológico, de un modelo, no se trata solo de una cuestión de filosofía o de marketing. Con el objetivo de que los peatones puedan oírlos al circular...
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