El prestigio y la autoridad de maestros como don Ramón Menéndez Pidal hicieron de las letras españolas un territorio proclive a la adustez, el objetivismo, la gravedad y un drástico rechazo de los elementos fantásticos. Aunque el propio don Ramón disertó sobre temas y argumentos que contradecían abiertamente su apología del realismo, lo cierto es que en España las literaturas de género, que suelen ser aquellas en las que la imaginación se desborda con mayor frecuencia y la fantasía campa más por sus faltas de respeto al secarral donde instaló Menéndez Pidal la producción literaria patria, no han gozado hasta ahora de excesiva atención por parte del mundo académico ni de un número considerable de lectores. Y ello no solo por...
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