Ruido de sables

En España, país de miedos atávicos, dado que el comunismo no ha terminado de establecerse, la forma que tiene de obtener la obediencia ciega es el «ruido de sables». Cuando un comunista habla de «ruido de sables», algo está tejiendo, y no precisamente el jersey de lanas de Marcelino Camacho. Teje el miedo, no al comunismo, que ése desapareció, para desgracia de los partidarios de la libertad, con la caída del Muro, sino el miedo a perder la tranquilidad, esa «pasión depravada por la tranquilidad que hace de los gobernados los primeros enemigos de sus propios derechos». -El hombre no ama la libertad -dice Bernhard con más razón que un santo-, todo lo demás es mentira, no sabe qué hacer con la... Ver Más

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