Con su ideíca de la semana laboral de treinta y dos horas, la porción neomarxista del gobierno le ha dado un susto de muerte a sus compañeros de la PSOE y allegados, categoría de moda. Entre lo inesperado de la humorada, la confusión del momento y el estrés de los Presupuestos, no han interpretado bien a don Pablo Iglesias ni a doña Yolanda Díaz, se han creído que ellos van a tener que trabajar treinta y dos horas y casi les da un síncope. Alguno de los durmientes, como don Manuel Castells, han despertado solo para salir corriendo despavoridos ante la idea de ver multiplicadas por ocho las horas de curro que les vienen saliendo por semana. En mitad de la...
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