Eliminar el sufrimiento

En los encendidos aplausos del Congreso, tras aprobarse la ley de eutanasia, radica todo. No hay que ir más allá. Un diputado puede creer en las bondades de esa norma, pero no puede reaccionar como un hooligan al confirmar la mayoría de lucecitas verdes en el panel de votación. No es posible celebrar -y menos con tal euforia- la introducción en el derecho positivo español de la competencia administrativa de matar. Por eso no son creíbles las motivaciones humanitarias de los diputados progresistas después de esa sesión. Exceptúo a quienes abandonaran el Congreso sin alharacas; no sé si hubo alguno. Antes de la celebración, beneficio de la duda. Después de la celebración, duda despejada. Ya pasó con la reforma de la... Ver Más

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