Donald Trump ya no es realmente el presidente de Estados Unidos. A pesar de sus esfuerzos, bastante confusos, por impugnar el resultado de las elecciones, los estadounidenses, incluso en su propio Partido Republicano, ya no le consideran jefe del Estado. Trump, ausente de la Casa Blanca, parece haber abandonado su despacho para refugiarse en su campo de golf en Florida. Este es el epílogo un tanto patético de una aventura extraordinaria que comenzó en 2016 a bombo y platillo. ¿Podemos sacar, más allá de la personalidad inusual de Trump, tanto si amamos como si odiamos a este personaje, alguna enseñanza válida para todas las democracias? Creo que es posible hacer un primer análisis, aun a riesgo de tener que revisarlo:...
Ver Más
0 Commentaires