Tomar las riendas de Cuadernos Rubio, la empresa que fundó su padre, fue todo un orgullo para Enrique Rubio. «Él era profesor de mercantil, y empezó en esto por casualidad. Montó una academia de enseñanza de contabilidad y cálculo, en una época en la que una buena caligrafía era la tarjeta de visita. Si no lo hacías bien... no podías presentarte ni llevar cuentas. Esto le llevó a crear unas fichas de trabajo que probó en una escuela. Vió que funcionaban y para mejorar los tiempos del maestro empezó a hacer más en casa, algo que permitía que todos los niños corrigiesen a la vez la tarea que iba haciendo el maestro en la pizarra». La realidad es, prosigue Rubio, «que levantó la compañía con mucho esfuerzo. Se recorrió todo el país explicando, colegio por colegio, en qué consistían los cuadernos. Y lamentablemente, no pudo disfrutar de la evolución de la marca como yo lo estoy haciendo», lamenta. Mucho han cambiado las cosas en la empresa desde entonces, ya que hoy por hoy pueden presumir de un catálogo con más de 400 referencias, aunque el objetivo haya sido siempre conservar el formato y el color verde y amarillo de los cuadernos. «Hoy podemos decir incluso que esa apariencia antigua está súper de moda. Hemos constatado que ahora se aprecia mucho la belleza de las marcas de hace 50 años», asegura. Durante el confinamiento, y pese a que la empresa ha trasladado toda su oferta a una aplicación que durante el Estado de Alarma fue gratuita, el 99% de las ventas procedió de los cuadernillos. «Durante la pandemia se dispararon las compras. Agotamos muchas referencias, tuvimos que rehacer muchos cuadernos... Y ahora estamos estabilizados. Creemos que gracias a que hicimos los deberes bien hechos en su día y nos hemos diversificado muchísimo dentro del mundo del aprendizaje, hemos podido ver los frutos. Muchas familias nos han dado las gracias y nos han llegado a decir que han superado el confinamiento gracias a la autonomía que les daban nuestros cuadernillos». Y muchos padres, relata este empresario, «han reconocido que ellos también los usaron y se han dado cuenta de que no son un artículo del pasado». «Hoy sabemos que el niño aprende de una manera diferente. Nuestros cuadernos son mucho más progresivos y mucho más lúdicos también. El producto ha cambiado mucho, en todos los sentidos. Hoy se trabajan los valores, la ecología, el reciclaje... Nuestro papel es ecológico. Fuimos pioneros en intentar ser una empresa sostenible y esto lo intentamos transmitir también a los niños. Hay emociones en la forma de llevar la empresa», confiesa Rubio. En esa modernización no hay que olvidar la puesta en marcha de la App Cuadernos Rubio. «Pasar un cuadernillo a la pantalla tuvo su dificultad, quizás ahora sea todo más fácil. Pero es algo que la empresa tenía que hacer porque es verdad que el niño instintivamente se desenvuelve muy bien con una tableta. En cualquier caso, las bondades del papel para el desarrollo de la plasticidad cerebral son muy importantes, y creemos que no se pueden obviar».
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